Libros para leer junto al fuego en invierno y a la sombra de un árbol en verano

Libros para leer junto al fuego en invierno y a la sombra de un árbol en verano

lunes, 31 de agosto de 2015

UNA COCINA A PRUEBA DE RATONES de Saira Shah

La historia que se narra en este libro puede parecer dura, pero está contada en un tono que hace llevadera su lectura. Porque aunque el tema de la parálisis cerebral infantil es importantísimo, así como las reacciones que van teniendo los padres, Anna y Tobias, y que realmente son el eje de la novela, en ciertos momentos queda en un segundo plano por otro tipo de asuntos que desvían la atención. Como son las “anécdotas” con los ratones, que me han llegado a poner nerviosa, pues corretean por la vieja casa del Languedoc como dueños y señores, desde luego yo no podría vivir con la naturalidad con que lo viven los protagonistas. O la aparición de los variopintos personajes: la madre de Anna, que aunque da una imagen, tiene su corazoncito; Martha, una amiga de toda la vida que quiere seguir siendo su apoyo; Ludovic, un lugareño con un pasado que contar; Lizzy, una joven que con su propia historia personal transmite que cada persona tiene sus propios sufrimientos; Julien y sus especiales y originales etiquetas para los tarros de conservas; Kerim, un ser lleno de bondad.
El relato se inicia un mes de diciembre, y cada capítulo será un mes hasta que llegue noviembre. En ese año Anna y Tobias se enfrentan a uno de los mayores retos de sus vidas, a partir del nacimiento de su hija Freya. Lo que para cualquiera en su situación de padres primerizos sería la mayor de las alegrías, ellos ven truncada esa felicidad cuando los médicos les dicen que el bebé tiene graves trastornos cerebrales. Desde ese momento las reacciones de ella y de él son diferentes y van cambiando según pasa el tiempo. La madre empieza mirando hacia el futuro y luchando para que esta situación no la venza. Y el padre cree que no podrá querer a su hija, que es una cadena perpetua. Sin embargo, esas sensaciones evolucionarán de manera distinta, produciéndose cambios sorprendentes en cada uno.
La narración intenta transmitir los sentimientos de esta pareja y cómo se enfrentan a esta situación tan difícil y complicada. Y lo consigue, porque está basada en algunos hechos reales de la vida de la autora, y sólo alguien que ha experimentado esta situación puede describir lo que se siente.
Así cuenta como viven el día a día, como se enfrentan a la cruda realidad. Los pensamientos que les pasan por la cabeza, los miedos y las dudas. Las vías de escape que utilizan ante la presión de lo que están viviendo. Ella se refugia en su cocina, pues es chef. Él en sus composiciones musicales, pues es músico. Y ambos, además, se tienen que ir acostumbrando a su nueva vida rural en el Languedoc (Francia), con sus gentes y sus costumbres, diferentes a su anterior vida en Inglaterrra. La forma en que van quitando hierro a las cosas, porque tienen que hacerlo, pues es muy difícil aceptar la realidad, y en ocasiones utilizan el humor negro para sobrellevarla. No van diciendo que tienen una hija enferma, porque siempre lo está. El agotamiento y la confusión que eso les genera. El fingir que las cosas les van a salir bien. La sensación de culpabilidad. El temor (o la esperanza) de que muera. De que no es verdad lo que les está sucediendo, de que es como si fuera una película. Tienen momentos en que no saben si serán capaces de quererla. De no querer ser los padres de una niña disminuida, que dependerá de ellos toda su vida, que no se desarrollará. Ven el futuro lleno de incertidumbre. Junto con momentos hermosos y tiernos cuando cualquier pequeño detalle del bebé les hace sentir bien, desde su manita sobre la suya o la postura de dormir igual a la del padre. La van conociendo mejor, y Freya se convierte en su mundo, en un viaje de descubrimiento.

Algunas frases del libro:
“Es un instante perfecto. Uno de esos raros momentos en que no te apetecería estar en otro lugar, ni hacer otra cosa. Donde se funden pasado y futuro y solamente existe el ahora.”

“Nadie comprenderá nunca hasta qué punto necesitamos el humor negro.”

“Lo único que poseemos realmente es tiempo. Sólo tenemos que aprender qué hacer con él.”

“Estoy embotellando recuerdos. Cuando abramos estos frascos, dentro de seis meses, me acordaré de qué sentía en mi piel aquí y ahora.”

“Nos hemos adaptado a cambios microscópicos. Cada nuevo descubrimiento es una preciosa pepita que hay que guardar como un tesoro.”

“La vida no para de interponerse en mi camino.”

“La parte que no quiero perderme es la vida.”

Contracubierta o parte de la misma:
Dejarlo todo y marcharse a vivir al sur de Francia es el sueño de muchos londinenses, y Anna y Tobias parecen cumplir los requisitos. Ella es chef, y él, aspirante a compositor. Esperan su primer hijo y confían en poder ganarse la vida en un clima soleado y lejos del estrés de la gran ciudad. Pero al poco de nacer Freya, los médicos descubren que la pequeña padece graves trastornos cerebrales. Pese al impacto de esta noticia, o tal vez a causa de ella, Anna y Tobias deciden llevar a cabo su plan y se compran una vieja granja en el Languedoc. Allí no sólo deberán aprender a cuidar de su hija sino también a afrontar el sinfín de complicaciones que surgen al instalarse en otro país, en una casa inhabitable de una remota zona rural. Tobias se refugia en la composición y Anna valora la idea de montar una escuela de cocina, si algún día consigue librarse del asedio permanente de los ratones. La estabilidad de la pareja se verá sometida a una gran tensión, mitigada por la presencia de un puñado de excéntricos lugareños: Julien, un espíritu libre que vive en una cabaña de madera; Ludovic, un granjero del lugar que les habla de los tiempos de la resistencia; Ivonne, la joven dueña del café del pueblo, que prepara unos embutidos de ensueño; y Kerim, angelical y misterioso, que los ayuda a reparar la casa sin pedir nada a cambio.

 Traducción del inglés de Patricia Antón de Vez
  

lunes, 24 de agosto de 2015

EL INSÓLITO PEREGRINAJE DE HAROLD FRY de Rachel Joyce

A veces sólo falta un impulso para darle un giro a la vida. Una chispa que genere un cambio a la rutina. Algo que te haga reaccionar, que sin pararte a pensarlo, porque sino no lo harías, te ponga en movimiento.
Un instante así es el que tuvo Harold, cuando recibió una carta de Quuenie, una antigua compañera de trabajo, que tras veinte años sin saber de ella, le cuenta que se está muriendo de cáncer. Este hecho le deja anonadado, generándole preguntas, rescatándole recuerdos, removiendo su interior y provocándole una reacción extraña, pues desde su jubilación los días pasaban sin más, su mujer, Maureen, hace todo, y se pregunta ¿quién es él? No suele decidir sobre la marcha, pero ahora tiene un impulso, y se pone en movimiento, sale de Kingsbridge en dirección a Berwick, comenzando el viaje de su vida.
Con Inglaterra bajo sus pies, tiene sensación de libertad, de estar empezando de nuevo. Dispone de todo el tiempo para pensar y revive escenas enteras de su existencia: de su familia, su mujer Maureen y su hijo David; de su trabajo, su jefe y su compañera Queenie. Ve los errores, las incongruencias, las decisiones equivocadas. El pasado le pesa como una losa, al fin y al cabo nadie puede escapar a sus inicios. Según avanza ya no mide la distancia en km sino en recuerdos. En su camino encuentra gente de todo tipo, que son libres de hablarle y él, es libre de escucharles, de llevarse consigo una pizca de cada una de aquellas historias. Lo que le genera desde que ha salido de casa, que le importen más las personas. Es la fragilidad de la gente lo que le llena de asombro y ternura, así como la soledad intrínseca a cada ser humano. Los lugares, las personas, todo forma parte de su viaje, reserva en el corazón un lugar para cada uno de ellos. Intentando mantenerse fiel al sentimiento que había inspirado la aventura. Harold se ha pasado la vida sin hacer nada, y ahora por fin está haciendo algo.
Y ese “algo” es lo que me ha hecho ver esta novela con otros ojos, lo que en un principio me parecía que podía ser una historia llena de aventuras y de humor, recordándome a otro libro, “El abuelo que saltó por la ventana y se largó” de Jonas Jonasson (reseña aquí), se fue convirtiendo, según avanzaba las páginas, en temas un poco más profundos,  pues el pasado de Harold le ha condicionado el presente, y este peregrinaje le proporcionará la búsqueda de sí mismo. Por tanto ha sido toda una experiencia acompañar a Harold Fry en su viaje.

Algunas frases del libro:
“Lo que sentía era tan intenso que le resultaba difícil plasmarlo en palabras.”

“Lo único que tiene que hacer es esperarme. Porque voy a salvarla, ¿sabe? Yo seguiré andando y ella tiene que seguir viviendo.”

“Comprendió que el viaje que había emprendido para expiar los errores del pasado lo llevaría también a aceptar la extrañeza ajena.”

“Todas las personas eran iguales y únicas a la vez. Tal vez era la paradoja de la condición humana.”

Contracubierta o parte de la misma:
Una mañana cualquiera, mientras su mujer pasa el aspirador en el piso de arriba, Harold Fry sale de casa para echar una carta al buzón. Recién jubilado, Harold está lejos de imaginar que acaba de iniciar un viaje a pie de un extremo a otro del país. No lleva calzado ni ropa adecuada, ni siquiera un teléfono móvil, y mucho menos un mapa o una brújula. ¿Para qué iba a llevarlos? Tan sólo va al buzón de la esquina para responder a la misiva de Queenie Hennessy, una vieja amiga y compañera de trabajo que, tras un silencio de casi veinte años, acaba de comunicarle que está ingresada en un hospital del norte a punto de morir de cáncer. Sin embargo, cuando Harold se dispone a enviar la carta, un impulso repentino lo conmina a llevar él mismo el mensaje a su destinataria. Por una vez en su vida, Harold toma una decisión sin pensar, pero su intuición le dice que su amiga Queenie hará algo igualmente impensable y se curará.

Traducción del inglés de Rita da Costa

@AlCalordeLibros

martes, 18 de agosto de 2015

TAMBIÉN ESTO PASARÁ de Milena Busquets

Es una historia contada desde la intimidad, en uno de esos momentos que te factura la vida aunque no lo desees, cuando el dolor de la pérdida de un ser querido te pesa sin remediarlo.
Blanca, tiene 40 años, y tras la muerte de su madre regresa a Cadaqués, a la casa familiar, ese lugar por el que ha pasado todo el mundo y donde todo ha sucedido. Conoceremos sus sensaciones de como ha cambiado el lugar y la gente con el paso del tiempo. Como los recuerdos se le amontonan, en una añoranza de aquellos veranos felices de su juventud. Y en esa vuelta la acompañan su actual pareja, Santi. Sus dos ex maridos, Oscar y Guillem. Sus dos hijos, Edgar y Nico. Sus amigas, Elisa y Sofía, que me ha gustado como las define: la primera sufre y analiza, y la segunda disfruta del mundo. Daniel, el hijo de Sofía. Ursula, la canguro. Carolina, otra amiga. Siendo importante la complicidad entre todos, sobre todo, de sus ex y sus hijos.
Transmite sus sentimientos de tristeza y de pérdida por las muertes de personas queridas, y por la pérdida de los lugares de la infancia y juventud. Llegando a conclusiones como que “somos más las cosas que hemos perdido que las que tenemos”. Teniendo detalles en la narración de los que dejan huella por lo que significan, como cuando Blanca siente alivio en un momento tan natural como es el contacto físico en un masaje. O cuando describe lo que le ha costado desprenderse de las cosas de su madre, porque es como alejarse más de ella, conservando tan sólo una chaqueta de lana. Siendo muy bonito como ese objeto tiene una simbología al final de la historia. Lo mismo que el nuevo “inquilino”. O el personaje misterioso que estaba en el entierro. También es muy acertado el que comienza y termina en el mismo lugar, transcurriendo entre medias la evolución de la protagonista, con sus intentos de enfrentarse a la realidad, de buscar sus refugios, que esta vez no serán los libros, aunque siempre fueron un punto de unión con su madre. En esta ocasión su escape será el sexo, las amigas, los hijos, sus ex.
Como a veces unas lecturas llevan a otras, la  casualidad es que en la contracubierta dice que este novela evoca a “Buenos días tristeza” de Françoise Sagan, que leí hace sólo unas semanas (reseña aquí). Pero personalmente no les he encontrado relación, exceptuando que es verano y una localidad de costa.
Y si el conjunto y los detalles me han transmitido mucho, porque siento predilección por estas novelas de corte intimista, aún me han resultado más especiales, el final y el epílogo, pues reúnen todos los sentimientos de la protagonista, todo el amor de una hija a su madre.

Algunas frases del libro:
“La cara de ilusión es una de las más difíciles de fingir y va desapareciendo a medida que desaparecen las ilusiones, las verdaderas, las infantiles, y son sustituidas por meros deseos.”

“Se puede saber si a alguien le gustan de verdad los libros por cómo los mira, por cómo los abre y los cierra, por cómo pasa sus páginas.”

“Tal vez el sentimiento más elevado que se pueda sentir por otra persona sea el respeto, más que el amor y la adoración.”

“Nunca volveré a ser mirada por tus ojos.”

Contracubierta o parte de la misma:
Cuando era niña, para ayudarla a superar la muerte de su padre, a Blanca su madre le contó un cuento chino. Un cuento sobre un poderoso emperador que convocó a los sabios y les pidió una frase que sirviese para todas las situaciones posibles. Tras meses de deliberaciones, los sabios se presentaron ante el emperador con una propuesta: “También esto pasará.” Y la madre añadió: “El dolor y la pena pasarán, como pasan la euforia y la felicidad.”

@AlCalordeLibros