Libros para leer junto al fuego en invierno y a la sombra de un árbol en verano

Libros para leer junto al fuego en invierno y a la sombra de un árbol en verano

viernes, 29 de julio de 2016

UN MILLÓN DE GOTAS de Víctor del Árbol

Una novela de las recomendables, de las que empiezas a leer y no puedes dejar de hacerlo, pues los hechos que van sucediendo te absorben. Situaciones ficticias junto a otras históricas, acontecimientos que no dejan indiferente, que ponen al límite la condición humana, que nos recuerdan momentos terribles de la primera mitad del siglo XX en Europa. Unido a un relato que mantiene la tensión y la intriga, que va dosificando la información de los personajes, haciendo que la lectura te enganche.
La historia transcurre entre dos espacios temporales, empieza con un prólogo en el año 2001, continua con tres partes: El lobo flaco, Cartas amarillas y Silencio. Donde intercala los años 2001 y 2002 con otro relato que empieza en 1933. Para terminar con un epílogo que abarca del 2010 al 2014. Pero no son tramas diferentes, sino que se complementan. El pasado es lo que marca el presente, y dejará huella en el futuro.
Empieza con virulencia, con el secuestro y muerte de un menor que traerá malas consecuencias para su madre, Laura, una policía que parece tomar la justicia por su mano. Y que con su suicidio regresará a la vida de su hermano Gonzalo. Pues años atrás se distanciaron porque a su madre, Esperanza pero antes se llamó Catherina, no le gustó un artículo que Laura escribió sobre su padre, desmitificando al héroe Elías Gil.
Precisamente la narración que se inicia en 1933 es para ponernos en antecedentes de este personaje, quien fue a Rusia como ingeniero, pero por un chivatazo es enviado a los campos de Siberia. En este punto es tremenda la descripción de la barbarie que vivieron los miles de deportados desde el momento que subieron en el tren que les llevó desde Moscú a Tomsk, donde Elías perderá un ojo a manos de Igor Stern, por no querer dar su abrigo, y conocerá a Irina y a su pequeña hija Anna, personajes que marcarán su destino y el de sus descendientes, y una batalla personal que parece no tener fin.
Hasta la llegada y estancia en la isla de Názino, un infierno inimaginable pero terroríficamente real. Que seguramente hizo que Elías perdiera la brújula de si mismo, o también pudo ser en la guerra civil española, o en los campos para exiliados republicanos en Argelès (Francia), o en las batallas contra los alemanes en la segunda Guerra Mundial. Situaciones muy difíciles, en ocasiones trágicas que despertaron al monstruo para herir aquello que más amaba.
Un pasado con el que Gonzalo, un abogado de mediana edad, casado y con dos hijos, se irá topando según vaya tirando de los hilos que le ha dejado su hermana Laura. Demostrando ambos que tienen el carácter combativo de su padre.
En esa búsqueda de identidad se va a encontrar con rencores, odios, secretos, traiciones, supervivencia a costa de otros, cobardías, decisiones desesperadas, maldad, abusos, mentiras, promesas no cumplidas, vidas construidas con engaños. Un pasado que todos se empeñaban en silenciar. Junto con un complejo entramado de negocios sucios capitaneado por la mafia rusa, la Matrioshka.
Es una trama complicada que tiene sitio para personajes que pasan algo desapercibidos pero que van jugando papeles decisivos, como Luis (ex-marido de Laura), Agustín González (suegro de Gonzalo), Siaka (un confidente), Atxaga (un caso del bufete de Gonzalo). Y otros con algo más de protagonismo que unen el pasado y el presente como Ramón Alcázar y su hijo Alberto, Vassilii Velichko, Tania. Diferentes tramas unidas bajo el hilo conductor de Elías Gil, desaparecido en 1967, pero cuya memoria le pesaba a Laura. Sola no podía luchar contra toda la maldad del mundo, y sus esfuerzos solo son una gota en el océano, pero “¿Qué es el océano, sino un millón de gotas?”

Algunas frases del libro:
“Miró a su hijo con un brillo de nostalgia que solo llega al final de una vida vivida.”

“Todo se pone en marcha con un simple gesto. La primera gota que cae es la que empieza a quebrar la piedra, ¿no es cierto?”

“Era curiosa la memoria; se olvidan acontecimientos primordiales y se recuerdan detalles insignificantes.”

“Uno no deja de ser lo que es aunque se disfrace de otra cosa.”

“A veces podemos perder lo importante por defender lo que para otros es insignificante.”

“La memoria es algo prodigioso. Inventa como quiere el relato de una vida, utiliza lo que le conviene y desecha lo que le estorba, y es como si nada hubiese existido...”

“La verdad se moriría cuando los últimos que la vivieron ya no existieran.”

“Así avanzaba el mundo, despacio, con pequeños gestos heroicos y estériles. De generación en generación.”

Contracubierta o parte de la misma:
Gonzalo Gil es un abogado metido en una vida que le resulta ajena, en una carrera malograda que trata de esquivar la constante manipulación de su omnipresente suegro, un personaje todopoderoso de sombra muy alargada. Pero algo va a sacudir esa monotonía.
Tras años sin saber de ella, Gonzalo recibe la noticia de que su hermana Laura se ha suicidado en dramáticas circunstancias. Su muerte obliga a Gonzalo a tensar hasta límites insospechados el frágil hilo que sostiene el equilibrio de su vida como padre y esposo. Al involucrarse decididamente en la investigación de los pasos que han llevado a sus hermana al suicidio, descubrirá que Laura es la sospechosa de haber torturado y asesinado a un mafioso ruso que tiempo atrás secuestró y mató a sus hijo pequeño.
Pero lo que parece una venganza es solo el principio de un tortuoso camino que va a arrastrar a Gonzalo a espacios inéditos de su propio pasado y del de su familia que tal vez hubiera preferido no afrontar.
Tendrá que adentrarse de lleno en la fascinante historia de su padre, Elías Gil, el gran héroe de la resistencia contra el fascismo, el joven ingeniero asturiano que viajó a la URSS comprometido con los ideales de la revolución, que fue delatado, detenido y confinado en la pavorosa isla de Názino, y que se convirtió en personaje clave, admirado y temido, de los años más oscuros de nuestro país.



lunes, 25 de julio de 2016

LA CHICA DEL TREN de Paula Hawkins

Es una historia adictiva, que al combinar los hechos que les van sucediendo a tres de los personajes, Rachel, Megan y Anna, narrados en primera persona, consigue que la intriga sea mayor. Además la autora ha sabido crear varios posibles sospechosos de la desaparición de una de ellas. Sorprendiendo con algunos giros inesperados, por lo que sólo bastante al final me ha quedado claro quién era culpable.
En el año 2013 Rachel va dos veces al día en tren, mira por la ventanilla, ve pasar las casas como si fuera el travelling de una película. En esos momentos observa otras vidas, y siente algo reconfortante en el hecho de ver a desconocidos en la seguridad de sus casas. Ella es alcohólica, por lo que tiene lagunas mentales y, además, después de sus borracheras piensa que las cosas han sucedido de una forma, cuando en realidad puede que hayan sido de otra. Hasta que un día todo cambió en su vida, en el momento que vio a través de la ventanilla del tren a un hombre y una mujer besándose.
Aparte, su marido, Tom, se ha ido con otra mujer, Anna, y tienen una hija. Produciéndose situaciones casi de acoso por parte de Rachel hacia ellos, lo que le crea muchas inquietudes a Anna.
Por otra lado está Megan, casada con Scott. Ella no ha superado la muerte traumática de su hermano. Una de las consecuencias es que sufre insomnio. Por lo que empieza a ir a un psicólogo, Kamal. Saliendo a la luz otras circunstancias de su vida que la han marcado.
Uno de los puntos fuertes de la novela son los personajes femeninos, que tienen en común el ser mujeres aisladas, solitarias y débiles. Y otro la construcción de la historia, como se van atando cabos. Un thriller para acompañar los largos días de verano.

Algunas frases del libro:
“No hay nada más doloroso y corrosivo que la desconfianza.”

Contracubierta o parte de la misma:
¿Estabas en el tren de las 8.04?
¿Viste algo sospechoso?
Rachel, sí.

Traducción de Aleix Montoto



martes, 12 de julio de 2016

LA LEY DEL MENOR de Ian McEwan

Es la primera vez que leo a Ian McEwan y no será la última. Pues en este libro plantea temas de auténtico debate, cuestiones que no dejan indiferente, que te hacen pensar y te crean un dilema. Y lecturas así resultan imprescindibles.
Fiona Maye, magistrada del Tribunal Superior de Justicia en Londres, se encuentra con dos disyuntivas, una en su vida personal y otra en su vida profesional. En la segunda circunstancia ella tiene el poder de decidir la tutela de un menor, pero en la primera ¿quién la protege a ella?
Su marido, Jack, de 59 años, en crisis por la edad, quiere una aventura sexual con otra mujer, pero quiere el consentimiento de Fiona, y es que no quiere separarse, tan sólo tener esa relación y continuar con su matrimonio. Esta situación le lleva a Fiona a tener una inestabilidad personal.
Este tema, que no deja impasible, está tratado en un segundo plano. Siendo la parte central de la novela el trabajo que realiza esta juez de menores. Sus mañanas en el juzgado gestionando: peticiones, alegatos, argumentos, sentencias, órdenes. Los casos la absorben, sabe que pertenece a la ley, pues su trabajo es prioritario. Nos habla de alguno de ellos, como el de los siameses, como ejemplo de hasta dónde tienen que llegar sus decisiones, dejando encima de la mesa el dilema ético y la responsabilidad moral. Para llevarnos al caso del joven, menor de edad por unos meses, que necesita una transfusión para seguir luchando contra la leucemia, y que al ser testigo de Jehová, sus padres no dan el permiso. Por lo que desde el hospital solicitan una orden específica del Tribunal de Familia para hacerle una transfusión. Y entramos de nuevo en un debate ético ¿Debe Adam afrontar la muerte a causa de sus creencias o las de sus padres? Mientras, Fiona tiene que decidir lo que es razonable y legal. Porque la libertad de elegir un tratamiento médico es un derecho humano fundamental de los adultos, pero en esta ocasión es un menor y por tanto se ha convertido en un caso jurídico y moral, no médico.
Se comenta en el libro que en el antiguo sistema judicial se conservaba el lado humano. Pero que ahora la vida de los menores está registrada en los ordenadores, por lo que hay más papeleo pero menos amabilidad. Aunque siempre debería priorizar el bienestar del menor.
Por otra parte hago un inciso porque me he encontrado entre las páginas de esta novela una breve referencia a la anorexia, en la que el joven Adam da su opinión: comparándola con la religión, desde el punto de vista de querer sufrir, amar el dolor y el sacrificio, pensar que todo el mundo se preocupa, y que el universo entero se ocupa de ti, de lo que pesas. Y personalmente como el tema me es muy cercano y estoy muy sensibilizada ante el mismo. Concluyo que esta cortísima alusión dentro de la narración es excluyente.
Volviendo al libro, es una lectura de las que no dejan indiferente, que lleva a la reflexión de nuestra propia condición humana. Una historia que no hay que perderse como tampoco “La cena” y “Casa con piscina” de Herman Koch (reseña aquí y aquí), y “El lector” de Bernard Schlink (reseña aquí). Lecturas que te llevan a un debate ético.

Algunas frases del libro:
“Son juicios de valor sobre los cuales pueden discrepar personas razonables. Puesto que los jueces son también personas, esto significa que es inevitable cierto grado de diversidad en su aplicación de los valores.”

“A mi juicio, su vida es más preciosa que su dignidad.”

Contracubierta o parte de la misma:
Acostumbrada a evaluar las vidas de los demás en sus encrucijadas más complejas, Fiona Maye se encuentra de golpe con que su propia existencia no arroja el saldo que desearía: su irreprochable trayectoria como jueza del Tribunal Superior especializada en derecho de familia ha ido arrinconando la idea de formar una propia, y su marido, Jack, acaba de pedirle educadamente que le permita tener, al borde de la sesentena, una primera y última aventura: una de nombre Melanie. Y al mismo tiempo que Jack se va de casa, incapaz de obtener la imposible aprobación que demandaba, a Fiona le encargan el caso de Adam Henry. Que es anormalmente maduro, y encendidamente sensible, y exhibe una belleza a juego con su mente, tan afilada como ingenua, tan preclara como romántica; pero que está, también, enfermo de leucemia. Y que, asumiendo las consecuencias últimas de la fe en que sus padres, testigos de Jehová, lo han criado, ha resuelto rechazar la transfusión que le salvaría la vida. Pero Adam aún no ha cumplido los dieciocho, y su futuro no está en sus manos, sino en las del tribunal que Fiona preside. Y Fiona lo visita en el hospital, y habla con él de poesía, y canta mientras el violín de Adam suena; luego vuelve al juzgado y decide, de acuerdo con la Lay del Menor.

Traducción de Jaime Zulaika


jueves, 7 de julio de 2016

CORAZÓN DE MARIPOSA de Andrea Tomé

Premio “La Caixa”/Plataforma

En los agradecimientos la autora especifica que esta historia no es la suya, por lo que no es autobiográfica. Aunque al haber tenido anorexia las partes en las que trata la enfermedad son muy reales. Ella sabe que es una enfermedad mental con consecuencias físicas, y en esta novela ha intentado desmitificar clichés. Y es consciente de que los trastornos alimenticios no tienen una salida fácil, y que lo mismo ella no se llega a curar, aunque pueda llegar a cierto control. Ahora, Andrea Tomé, se encuentra en tierra de nadie, lo que llaman EDNOS: Eating Disorder Not Otherwise Specified = trastorno alimentario no especificado. Que es cuando continua existiendo un trastorno, pero no corresponde al cien por cien a la anorexia o a la bulimia.
Hace como año y medio hablé en mi blog del libro, “Días sin hambre” de Delphine de Vigan (reseña aquí). Ahí me sinceré contando que una de mis hijas tiene anorexia, entonces me supuso un reto enfrentarme a una lectura que sabía me iba a resultar dura, y lo fue, porque entre aquellas páginas la veía reflejada. Ahora al encontrarme con este libro en la biblioteca tenía interés en conocer como su autora contaba su experiencia, tal vez porque a veces necesito ver que la conducta de mi hija no es única, ni rara, ni nada por el estilo, sino que es consecuencia de su enfermedad. Una enfermedad en la que paso a paso va avanzando venciendo sus miedos y sus obsesiones.
La novela está dividida en tres partes cuyos títulos tienen un significado bastante descriptivo en cuanto a los estados que sienten las personas con esta enfermedad: invierno, deshielo y despertar.
El personaje principal es Victoria, una joven enferma de anorexia, que ha sido ingresada varias veces y está en tratamiento con una psicóloga y con una psiquiatra. Sabe que no está bien, y aunque recibe palabras de ánimo no son las respuestas que necesita, por lo que se siente incomprendida. En esta primera parte, “Invierno”, habla mucho de las calorías, llegándome a agobiar por momentos, pues imaginaba la mente de mi hija haciendo continuos cálculos.
Por otro lado ha habido una situación que me ha parecido complicada, y que a la vez puede ser real, aunque creo que no ayuda en la superación de la enfermedad, y es el hecho de que su madre viva y trabaje en otra población y su padre en Canadá. Por lo que vive con su hermana Blanca, quién asume el peso de la situación, ¡uf! demasiada responsabilidad. Blanca confía en su hermana pero no en su enfermedad, y le recuerda continuamente que “no vuelva a eso”. Frase que mi otra hija también le dice muchas veces a su hermana.
Victoria llega a un momento en que no sabe si quiere curarse, y se enfrenta a las voces de su cabeza, está en una continua batalla. Aquí es cuando otro personaje, Kenji, que se ha convertido en alguien importante en su vida, cree que la anorexia forma parte de Victoria, de su historia. Y donde la gente ve debilidad, él ve fuerza, porque ella ha estado luchando contra la enfermedad mucho tiempo.
Pero en un momento determinado se desmorona de nuevo al saber que a una de sus compañeras de hospital le ha vencido la enfermedad,y además teme perder a Kenji. Ya son 6 años de enfermedad, ahora tiene 19 años y, aunque sus miedos continúan, sabe que dando pasos adelante va rozando la felicidad.
Me ha parecido una historia bastante cercana a la realidad, aunque hay situaciones que en mi familia no las hemos vivido, pero las obsesiones y los miedos con los que convive Victoria día a día son muy reales. Lo mismo que los altibajos en su estado de ánimo, junto con los pequeños avances, y el intento por llegar a una normalidad. Creo que puede ser una buena lectura para la gente más joven, porque les puede ayudar a ver los trastornos alimenticios desde una perspectiva más real.

Algunas frases del libro:
“Nadie respeta nuestro ritmo.”

“Ojalá tuviese la facultad de cerrar mis oídos a mis propios pensamientos.”

“Yo soy la dueña de mi destino y me niego a vivir en un cuerpo que no me pertenece.”

“Adiós al invierno y bienvenido el calor de la primavera.”

Contracubierta o parte de la misma:
Victoria y Kenji comparten un secreto: las cicatrices que recorren sus muñecas. Para ella, los días transcurren contando calorías e intentando que su hermana no la obligue a comer más de lo que ella considera suficiente. Él vive escondiendo las marcas de su pasado bajo tatuajes y trabajando de sol a sol en un bar para amantes del rock.
Ambos están solos, aislados del mundo...
Hasta que Kenji descubre a Victoria en los baños del bar donde trabaja rodeada de un charco de sangre. Todos creen que ha intentado suicidarse, porque sufre anorexia, porque su novio acaba de dejarla, porque en definitiva parecía inevitable. Pero nadie la entiende realmente... hasta entonces.